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Firmado en el ángulo inferior derecho y fechado el 13/V/70, oscurecido en los bordes como se ve en la fotografia. Muy bien conservado, habia estado enmarcado.
Aguadé Cortés, Carmen. Barcelona, 1920 – 2013. Pintora.
Nació en Barcelona en 1920. Hija del político Jaume Aguadé y de la pintora Carmen Cortés, se forma en el ambiente artístico de Barcelona. Se exilia después de la Guerra Civil y marcha a París donde, junto al crítico de arte Alexandre Cirici Pellicer, se pone en contacto con los movimientos artísticos contemporáneos, seguirá su formación artística en la Academia Gilabert y, como discípula, en el taller de Ignasi Mundó. Su primera etapa pictórica se desarrolla en un posfauvismo intimista. Sus lienzos se basan en paisajes del interior de la población de Roses y del barrio de Horta de Barcelona. Paisajes de tipo abstracto y geométrico, de ecos cubistas, en los que subraya la serenidad de la composición y de la expresión. A partir de la exposición que celebra en el Instituto de Estudios Norteamericanos en 1968, la pintora presenta una estética más ligada a los signos, al pop art y a la publicidad, a través de telas elaboradas con látex, se trata de una pintura testimonial, más atenta al colectivo en detrimento del lirismo individual de sus paisajes anteriores.
A mediados de la década de los setenta, incluye en sus obras a la figura humana, utilizando técnicas industriales como el aerógrafo, que dota de cierto carácter hiperrealista a sus lienzos. En 1978 retorna al paisajismo a través de una evolución que la lleva a la mínima expresión a través de la síntesis de paisajes imaginarios y fragmentados. Gradualmente, en la década de los ochenta, la luz toma el protagonismo en sus piezas a través de filtros de rayas de cualidades atmosféricas. Al cabo de unos años deja los encorsetamientos geométricos para representar los celajes y el mar de Roses. Posteriormente, ha ido abandonando el paisaje para desarrollar otras temáticas como las naturalezas muertas, los temas florales, los objetos de uso cotidiano en los que vuelve a acentuar un tono lírico, ingenuo, sintético en las formas, en la agitación rítmica y un cromatismo cálido. En los noventa profundiza en la utilización de la materia, polvo de mármol sobre papel hecho a mano, un retorno a los orígenes en clave matérica a través de un tema tradicional como el de las flores. A partir de una estancia en Ibiza en el año 2000, crea unos lienzos de paisajes oníricos en los que puertas y verjas delimitan la naturaleza; una presencia racional, ordenada y geométrica controla el paisaje.