Un castillo con vampiro (Keith Luger) / Punto Rojo, 378 - Bolsilibros Bruguera, 1969

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GÉNERO: Intriga. Suspense || COLECCIÓN: Punto Rojo || AUTOR: Miguel Oliveros Tovar || EDITOR: Editorial Bruguera (Barcelona, Cataluña, España) || PORTADA: Miguel García Giménez || FORMATO: Bolsilibro, 128 pp., 15 x 10,5 cm

Bill Lesser se encuentra en Dallas, Texas, y se dispone a visitar el lugar exacto donde el 22 de noviembre de 1963 se produjo el magnicidio del presidente Kennedy.

Llegando al edificio desde donde supuestamente se hicieron los disparos, oye en un callejón ruidos de pelea: tres hombres propinan una brutal paliza a otro al que tienen acorralado.

Bill, un tipo alto y fornido que no rehúye las peleas, no duda en defender al que se halla en inferioridad, que resulta ser Orson Geller, un famoso cineasta que hacía una década había ganado tres premios Oscar con sus películas y que un buen día desapareció sin dejar rastro.

Geller, cuyo aspecto era ahora el de un vagabundo, en agradecimiento por el auxilio prestado invita a Bill a tomar whisky en un sórdido bar y le cuenta que la pelea era por una partida de dados, que tuvo una buena racha y que luego quisieron quitarle el dinero.

Por su parte, Bill explica que es gerente de una empresa que se dedica a la venta de cebos de pesca y que está alojado en un hotel de Dallas con su amigo y socio Joe Howard.

Tras la conservación, Geller se dispone a marchar, no sin antes corresponder al gran favor que Bill le hizo proponiéndole una venta muy ventajosa: un castillo en Hollywood.

Bill responde que apenas lleva tres dólares en el bolsillo y diez acciones de su empresa por valor nominal de quinientos dólares, es decir, por un valor total de cinco mil dólares. Geller acepta las acciones como pago por el castillo, pero Bill no quiere timarle y le explica que sus acciones no se cotizan en bolsa y que aquella misma mañana las había ofrecido a dólar la decena y no había vendido ninguna.

Geller, convencido aún más al comprobar la honradez de su salvador, insiste en aceptar las acciones a cambio del castillo, saca un contrato de compraventa, rellena la parte en que se estipula el precio y le ofrece a Bill firmar. Este, tras titubear un instante, estampa finalmente su rúbrica y la venta queda legalmente formalizada.

Más tarde, en el hotel, Bill explica a su socio Joe lo que le ha sucedido, y ambos deciden viajar a Hollywood a tomar posesión de la propiedad adquirida, un auténtico castillo que había sido traído de Inglaterra piedra a piedra.

Una vez en Hollywood, el taxista al que piden que les lleve al castillo de Orson Geller les refiere que hacía seis meses se había cometido un crimen allí.

En el castillo no vivía nadie, pues Orson Geller estaba en aquel entonces por alguna parte de Europa, y una vecina (Susanne Clifford, una vieja actriz de los tiempos del cine mudo que vive en una mansión de estilo californiano enfrente del castillo de Geller) descubrió un cadáver en el jardín. La policía aún no había capturado al asesino, que algunos rumores sostenían que debía de tratarse de un vampiro, pues el muerto, un hombre llamado Richard Malden que era propietario del club nocturno «La Araña», tenía «dos agujeritos en el cuello por los que le habían chupado la sangre», según el taxista.

Más tarde, mientras Susanne Clifford se encuentra haciendo arreglos en el jardín de su casa, Joe se entrevista con ella. Antes de remitirlos al abogado Thomas Brennon, depositario de las llaves del castillo, la que fuera vecina de Orson Geller explica que este se había casado tres veces y divorciado otras tantas. Su primera esposa fue Jenny Bresson, una compañera suya en la radio, de cuando Orson aún no había llegado al cine. Su segunda mujer fue Diana Warren, que trabajó como actriz en su segunda y tercera películas. Y el tercer matrimonio lo contrajo en Europa con Jeanne Picot, una mediocre actriz francesa y una ninfómana a la que le gustaban los chicos jóvenes. Refiere también Suzanne a Joe que quien había sido considerado una especie de hombre milagro en Hollywood, terminó alcoholizado y teniendo visiones horrendas. Poco antes de desaparecer, un coche patrulla lo sorprendió corriendo por las calles. Y cuando le preguntaron sobre quién lo perseguía, él contestó: «la araña»…

Joe reparó en la coincidencia de que Geller dijera ser perseguido por «la araña» y que el hombre que apareció asesinado en el jardín de su castillo, Richard Malden, fuera el propietario del club «La Araña», y se preguntó si habría alguna relación.

Luego, tras recoger las llaves del castillo en las oficinas de Thomas Brennon y rechazar una buena oferta de compra que el letrado les dice tener de un cliente (más tarde conocerán la identidad del interesado, Gordon Hasler, propietario de dos clubs nocturnos), Bill y Joe se encuentran visitando el castillo, cuando de repente se presenta un tipo con aspecto fúnebre llamado Milton Rosson, decorador especialista en mansiones de los artistas de cine. Más tarde llega Romy Waring, periodista del Star. La mujer explica a los dos amigos que llevó el caso de Richard Malden, y que la autopsia no demostró nada. Se le paralizó el corazón en un momento determinado, y las dos incisiones en el cuello tampoco probaban nada, simplemente estaban allí.

Sin embargo, Bill y Joe no podían imaginar que poco después Milton Rosson sería asesinado en el castillo, que el cadáver iba a desaparecer y que, más tarde, el vampiro aparecería…

*   *   *

A pesar de lo que título de esta historia sugiere y de que algunos pasajes de la misma bien pudieran formar parte de un guion cinematográfico de comedia de terror, la novela se encuadra perfectamente en la colección policial «Punto Rojo», pues se trata de una intrigante trama de suspense en torno a los oscuros deseos, ambiciones, vicios y maquinaciones criminales producidos en la corrompida «Meca del Cine». Una trama con magníficos giros argumentales y final imprevisible.

Como curiosidad, el personaje Orson Geller y su oscarizada película Pueblerino Lane, resulta evidente que son un jocoso guiño a Orson Welles y su memorable Ciudadano Kane por parte del autor.

AUTOR

Keith Luger, seudónimo del novelista y guionista de cine español Miguel Oliveros Tovar (La Coruña, 1924—Valencia, 1985), autor de 915 novelas cortas y seis guiones de películas que, además del citado, utilizó otros seudónimos como Mike Bronco, Miguel Romano y Jay Katana.

Como uno de los míticos autores de novela popular en España, Miguel Oliveros Tovar no alcanzó jamás ninguna cota, ocupadas como estaban por otros a pesar de lo cual persistió frente a una máquina de escribir que en sus primeros tiempos tenía que alquilar para poder seguir en el oficio. Fue abogado y como escritor comenzó escribiendo obras de teatro humorísticas. Un escritor tan anónimo que si se busca en Internet una fotografía suya solo se encuentra la de un tipo que no es él (maravillosa anécdota contada por el columnista Francisco García Pérez) y solo en la contraportada de su novela Muy alto, muy rubio, muy muerto (con Gil Albors, en colección «Teatro», n° 459, editorial Pellicer, 1965) podemos encontrar un dibujo que permita imaginar al autor de carne y hueso. Su vida resulta tan misteriosa que algunas fuentes como Wikipedia desconocen su fecha de nacimiento y otras, como la corta nota necrológica que el diario El País hizo de su fallecimiento, producido en Valencia el 7 de julio de 1985, reducen su obra a tan solo 500 títulos que según el periodico fueron todas del oeste —género del que fue, junto a Silver Kane y Marcial Lafuente Estefanía, uno de los tres grandes artífices en España— y eso que Oliveros tocó además del citado, los géneros policiaco, romántico y una ciencia ficción que según su descendencia tenía bastante poco de ciencia y si mucho de fantasía.


COLECCIÓN «PUNTO ROJO»

La longeva colección Punto Rojo de Editorial Bruguera, que duró 23 años (desde 1962 a 1985), estuvo dedicada fundamentalmente al género policiaco, detectivesco y de espionaje. No obstante, al igual que colección «Servicio Secreto» de la misma editorial, desde sus inicios incluyó títulos de novelas que perfectamente podrían haber sido publicadas en «Selección Terror», si no fuera porque todavía faltaban algunos años para que saliera al mercado la colección de temática terrorífica de Bruguera (el primer número apareció en 1973). Es uno de los grandes alicientes de «Punto Rojo», teóricamente de temática policial, pero que en ocasiones «colaba» novelas con elementos del género de misterio y terror, que no tenían cabida en aquel momento en ninguna colección de la editorial (la primera fue Noche infernal, de Mikky Roberts, número 4 de la colección publicada en mayo de 1962). No obstante, con «Selección Terror» a pleno rendimiento, en «Punto Rojo» siguieron apareciendo esporádicamente novelas con elementos de terror, hasta por lo menos abril de 1983 con la publicación de Felices en su ataúd, de Lou Carrigan, número 1094 de la colección. A partir de este título y hasta el cierre de la colección con el número 1184 (coincidiendo con el colapso empresarial de Bruguera en 1985), ya solo incluyó novelas estrictamente policiacas.

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Da 24/05/2012
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