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Confessions of a Young Man by George Moore. 1886. / Edited and Annotated by George Moore 1904. Publisher: T. Werner Laurie 1904. Encuadernación en tela editorial con dorados en plano y lomo. Corte de hoja superior tintado en rojo a juego con las cubiertas. Tapa dura. 303 págs. Con un bonito Ex libris de su anterior propietario.
Novela del irlandés George Moore (1853-1933). Publicada por primera vez en 1888, da principio a la serie de obras autobiográficas que son el máximo exponente del arte del autor: género en el cual su alma esencialmente sensitiva e inclinada al desahogo líricosubjetivo, mejor que en cualquier otro, podía revelarse a sí mismo. La novela nos ofrece un cuadro vivo y verídico del ambiente literario y artístico de París, donde Moore, habiendo ido para estudiar pintura, se puede decir que recibió su decisiva formación espiritual. Es la historia de su juventud, corrompida y disoluta desde los 15 a los 30 años, el diario de sus peregrinaciones, de su país natal a París, después de la muerte de su padre; de París a Londres para arreglar sus asuntos financieros y para iniciar una nueva carrera literaria; de Londres otra vez a París, que le atrae irresistiblemente y que, por fin, muy a su pesar pero necesariamente, abandona, para recluirse en una pequeña habitación de alquiler en Londres, donde, ya entrado en la edad madura, cierra tristemente su juventud ávida de vida y de placeres.
Es el doloroso relato de sus fracasos como pintor, como periodista, como novelista, como crítico; es, en fin — y ésta es la parte más interesante del libro —, una colección de juicios y de críticas sobre todo el mundo intelectual contemporáneo, francés e inglés. Expresión de aquel espíritu de estetas que, desde Walter Pater a Oscar Wilde, informa todo este período literario. «Deseo que no olvidéis — dice Moore en el prólogo de las Confesiones — que la admiración hacia Pater ha hecho sagrado este libro». El tono de esta autobiografía, profundamente melancólica y, al mismo tiempo, tan a menudo irritante y falta de prejuicios, revela una naturaleza inquieta, siempre descontenta, siempre en busca de un ideal irrealizable. Notable y adecuadísimo a este fin es el diálogo entre el autor y su Conciencia (cap. XIV), donde de una manera muy sugestiva se ilumina la figura del protagonista («un ser artísticamente culto, sensitivo y sensual…», «un fracasado en todas las empresas…», uno a quien «no interesa nada más que el arte» y que al arte ha sacrificado «padre, madre, riquezas y amantes»). La novela pertenece a la corriente decadente; pero de este decadentismo es uno de sus más preciosos exponentes.
M. Samaden