Detalles del artículo
Se trata de un bodegón firmado por el artista Manuel M. Merino, con unas dimensiones aproximadas de 58 x 44 cm. El cuadro, de gran realismo y detallismo en la técnica, representa una escena típica de bodegón: dos naranjas dispuestas cuidadosamente junto a jarras de cerámica y un cuchillo sobre dos platos. En el fondo se muestran diversos utensilios suspendidos en la pared, y se aprecian elementos de corte rural y tradicional.
La firma "M. Merino" es claramente visible en la esquina inferior derecha.
Contexto y análisis artístico
Manuel M. Merino es identificado en la esfera del arte como un pintor especializado particularmente en la temática del bodegón y otras composiciones cromáticas frecuentes en la
pintura realista española de mediados del siglo XX. Este tipo de trabajos, en su mayoría de
inspiración costumbrista, tienden a mostrar una excelente técnica de luces y sombras para
dotar de volumen a los objetos representados, tal como se aprecia en esta pieza.
El uso de colores terrosos, la colocación de los elementos y la atmósfera general indican una
clara influencia de los maestros del bodegón hacia el estilo clásico, pero con un toque
contemporáneo. Este tipo de pinturas era especialmente popular entre los coleccionistas de
arte entre las décadas de los 50 y 70, lo que también destaca por su evocación nostálgica a la
vida rural.
Técnica y características visuales
Composición
El cuadro es un claro ejemplo del género bodegonero en su visión más tradicional, donde se
retratan elementos sencillos pero potentes en su simbolismo. Los tonos apagados y la acertada
iluminación ponen énfasis en las texturas de los objetos, especialmente en el brillo sutil de las
jarras y el contraste con las naranjas. Los objetos están dispuestos sobre una mesa simple,
pero el fondo, aunque difuminado, aporta profundidades espaciales complementarias.
Paleta de colores
La obra utiliza, de manera predominante, tonos tierra mezclados hábilmente con pinceladas de
ocre y verde oliva, característicos del trabajo de Merino. Estos tonos no sólo aportan una
calidez y familiaridad a la escena, sino que también refuerzan el mensaje nostálgico que Merino
busca transmitir. Las naranjas aportan un contraste sutil pero efectivo hacia los colores neutros
que dominan la obra.
Realismo
Manuel M. Merino destaca en este cuadro por su capacidad de aportar realismo a los objetos,
creando un juego de luces y sombras envolvente. Las formas están bien definidas, y la textura,
tanto de los objetos frutales como de la cerámica y utensilios metálicos, es detallada y precisa.
Estado de conservación
No hay signos significativos de deterioro en el lienzo, tales como craqueladuras o
descamaciones en la capa pictórica. El marco de estilo clásico, de madera
dorada envejecida, también está en buenas condiciones.