Esta pintura captura el antiguo pueblo en la cima de la colina de Albarracín, uno de los pueblos históricos más bellos de España. Sus techos de terracota brillan con tonos cálidos y ricos, en contraste con los fríos azules de los acantilados circundantes. Las calles estrechas, las torres medievales y los muros de piedra reflejan el carácter único de este pueblo fortificado en Aragón, conocido por su disposición sinuosa y su arquitectura centenaria. Óleo sobre lienzo. Firmado. Barnizado.
79x58x2 cm