El gran Segarra en un mundo camp. El de los años setenta, década de heterodoxias criticas por un lado y de conservadurismo contumaz de un pasado popular que se niega a morir. Nada aporta este single a la prolífica carrera del crooner español, salvo ese sonido San Diego tan lejano al de una apolillada pizarra a 78 rpm. Que es donde empezó.