En algún momento del camino, Nat Cole se dio cuenta de que tenía una voz. No una voz ordinaria, una que trajo calidez e intimidad a cada canción que se cruzó en su camino. Él era versátil también: una tierna canción de amor, un clásico de R&B, un clásico de jazz o tal vez algo exótico de los mares de Latinoamérica. Cantara lo que cantara, el resultado fue puro Nat Cole.