Aromas antillanos, esencias poéticas hispanoamericanas, artesanía de buena vecindad. La Mistral, como la Pradera, entre dos aguas, entre Chabuca Granda y Atahualpa Yupanqui, Amarradita a una guitarra y, finisima en su estampa, aspirando el suave perfume de la flor de la canela.