El del revival o las modas pasajeras que en realidad no lo son tanto es un tema que se ha vuelto recurrente en esto de la música, quizás de una forma un tanto inconsciente cabría añadir. Que todo lo que se fue acaba volviendo es algo que sabe hasta tu vecina la del quinto, y prueba de ello es esta nueva eclosión del Blues Rock como género de masas tras permanecer casi tres décadas en estado vegetativo al ser borrado del mapa por el Prog que luego fue Punk y el Punk que luego fue Rock Gótico y blablabla.
El caso es que sí amigos, el Blues Rock está de vuelta hoy venciendo el escepticismo del que pensaba que esto jamás ocurriría hace solo diez años. Sí, por ahí andaba Gary Moore dando sus últimos pasos o The White Stripes, The Black Keys y Joe Bonamassa dando sus primeros pero, seamos sinceros, nadie se habría imaginado jamás que a finales de la década pasada o inicios de la presente surgiría toda esta marabunta de nombres que confunden al ignorante pero que vuelven loco al iniciado. Evidentemente, como en todo revival que basa su impronta en no parecerlo tanto, estos mil y un nombres han hecho más que rescatar esquemas y exhumar cadáveres (ay, algunos ya han hecho más que varios intocables) aunque no lo parezca, algunos distanciándose de nombres rutilantes de forma paulatina y otros desdibujando los límites con goma de borrar, que no elimina pero esconde la línea bajo una neblina de suciedad.
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Pues bien, Rival Sons son un ejemplo tanto de lo primero como de lo segundo, dando sus primeros traspiés apoyándose en el catálogo de Jimmy Page (quien roba a un ladrón… ejem) para después picotear de aquí y allí con más acierto que concierto, primero yendo hacia el Rock Sureño que irremediablemente nos lleva a The Black Crowes y después hacia el todo o nada de The Black Keys, banda con la que les veréis comparados hasta la saciedad por motivos obvios, siendo el importante que este Great Western Valkyrie micciona desde el primer hasta el último segundo sobre el anodino Turn Blue, jugando a lo mismo, o parecido, pero sonando mil veces más creíble y divertido.
Contados ya cinco años desde su debut discográfico con el fresco Before the Fire, es de justos reconocer que Rival Sons están en su mejor momento, quizás opacados ante tanta nueva estrella con la que pegarse por la fama y abandonados por algunos por haberse diluido ya el efecto sorpresa pero plenamente conscientes de cuáles son sus puntos fuertes y cuáles sus carencias, dedicándose en este Great Western Valkyrie a destapar unas y esconder las otras, como hace todo aquel que al fin ha aprendido de qué va esto. La apuesta es claramente minimalista, dejándose de experimentos y requiebros compositivogenéricos (adiós a las virguerías sureñas de Head Down) pero manteniendo lo que, al fin y al cabo, muchos consideramos esencial en el cuarteto, los potentes riffs de Scott Holliday, el groove al bajo de Dave Beste o la impresionante voz de Jay Buchanan, santo y seña de la banda.