GÉNERO: Western ||COLECCIÓN: Calibre 44 || AUTOR: Marcial Lafuente Estefanía || EDITOR: Ediciones B (Barcelona, Cataluña, España) || PORTADA:Enrique Martín ||FORMATO: Bolsilibro, 96 pp., 15 x 10,5 cm
Allan Sherman y su amigo Andy, dos jóvenes de imponente planta que abandonaron sus ricas haciendas familiares en Oklahoma para buscarse la vida por sí mismos, llegan a Dodge City, Kansas.
A punto de haber sido linchados en Wichita tras ser injustamente acusados de hacer trampas al póker, ambos amigos buscan ahora un empleo que les evite tener que recurrir al juego, pues Allan, que es especialmente habilidoso con los naipes, ha prometido no volver a tocar una baraja.
Tras entrar en un abarrotado saloon de la ciudad, a Andy se le ocurre como solución pedir trabajo en uno de esos locales. Ambos son fuertes y habilidosos con el revólver (manejan como demonios sus Colt del 38), por lo que piensa que pueden ser contratados para expulsar a clientes que se pongan pesados y a aquellos que se nieguen a pagar sus consumiciones.
Aunque Allan no quiere convertirse en un pistolero a sueldo, piensa que, efectivamente, puede ser una solución para salir del paso, pues esos puestos están muy bien pagados y cuando reúnan el dinero suficiente pueden marchar a otro lugar en busca de fortuna.
Pero las cosas se tuercen y ambos forasteros son considerados unos camorristas tras tener una trifulca con varios empleados de Terence Johnson, el dueño del local, durante la cual hacen gala de su destreza con los puños y las armas, dejando fuera de combate a todos sus oponentes, entre ellos a Sampras, un barman que intenta dispararles a traición.
Aunque su primera intención es colgar sin miramientos al traicionero barman, Allan entiende que no les conviene tomarse la justicia por su mano y requiere la presencia del sheriff. Cuando el de la placa se presenta, Allan le explica todo lo sucedido, así como la causa por la cual se habían visto obligados a golpear en legítima defensa a cuatro de los empleados del local.
El representante de la ley estima que aquellos dos gigantes son hombres rectos y de orden, y les ofrece trabajo como ayudantes, llevándose detenido a Sampras para que sea juzgado.
Así comienza una historia que, sin dar un respiro, se va enredando hasta destapar una trama criminal urdida a raíz de la confidencia de un cowboy llamado Diskin. Cuando Diskin averiguó que un humilde ganadero llamado Michael Bullock había encontrado oro en los terrenos de su rancho, informó a Terence Johnson, y este, junto con Simon (dueño de otro saloon), con el corrupto juez Hope y con Douglas Vargas, alias «el Mestizo» (cerebro de una organización de cuatreros que tiene aterrada a toda la comarca), formaron una sociedad criminal que planeaba apoderarse de las tierras de Bullock. Pero la llegada de los dos temibles forasteros y las investigaciones que emprenden con el sheriff amenazan sus turbios negocios, así que Terence Johnson decide contratar los servicios de Gordon y Berg, dos peligrosos pistoleros de los viejos tiempos del Mississippi, para que los hagan desaparecer...
AUTOR
Nacido en Toledo, capital de Castilla-La Mancha, en 1903, Marcial Lafuente Estefanía fue uno de los autores españoles más prolijos y de más éxito de la literatura de evasión, considerado el máximo representante del género del Oeste en España.
Hijo del abogado, periodista y escritor Federico Lafuente López-Elías, navarro de Lodosa que contaba entre sus obras un Romancero del Quijote (1916), Federico enseñó a su hijo a amar el teatro clásico del Siglo de Oro, que llegó a conocer muy bien, hasta el punto de que para componer sus novelas a veces se inspiró en él, sustituyendo los personajes del Renacimiento del siglo XVI y del Barroco del siglo XVII por los arquetipos representativos del Salvaje Oeste americano.
Pero Marcial no siguió los pasos profesionales y literarios de su padre, sino que estudió Ingeniería industrial y ejerció en España, América y África, recorriendo gran parte de los Estados Unidos entre 1928 y 1931, lo que le sirvió luego para ambientar sus historias, cuyos detalles de atmósfera y localización son rigurosamente exactos (Marcial sabía que sus novelas se leían y tenían éxito en los Estados Unidos, por ello cuidaba mucho la verosimilitud histórica, la geográfica y la botánica del Oeste norteamericano, para lo cual recurría a tres libros en particular: una obra muy completa de historia de Estados Unidos, un atlas muy antiguo de este país, donde aparecían los pueblos de la época de la conquista del Oeste, y una guía telefónica estadounidense en la que encontraba los nombres de sus personajes).
Durante la Guerra Civil española de 1936 llegó a ser general de Artillería del Ejército republicano en el frente de Toledo y tras ella decidió no exiliarse, por lo que padeció cárcel en España varias veces. Fue en prisión donde comenzó a escribir de forma concienzuda, aprovechando trozos de papel que conseguía aquí y allá.
«Empecé a escribir prácticamente en un rollo de papel higiénico. No tenía cuartillas, no tenía pluma; entonces decidí utilizar el lápiz y el papel de retrete. Estaba en una sala quinta de uno de los "hoteles" en los que me recluyó el Gobierno», confiesa en una entrevista.
Durante la guerra, el escritor y dramaturgo Enrique Jardiel Poncela le había dado un consejo: «Escribe para que la gente se divierta, es la única forma de ganar dinero con esto». Ese fue el fundamento de su manera de escribir; desde el principio buscó la amenidad, prescindió de las largas descripciones y trabajó sobre todo los diálogos, con unos modismos muy característicos y una acción disparada. Frases llenas de desafíos... de gatillos fáciles, Colts y Winchesters disparados a quemarropa, traidores y ventajistas colgados sumariamente, mujeres de vida alegre y pendencieros que provocan al sheriff, «el de la placa», como es frecuentemente denominado en las novelas de Estefanía.
Eugenio Barrientos, dueño de la librería Tetilla y fundador de la editorial Cíes, de Vigo, Pontevedra, le dio su primera oportunidad al salir de prisión, reclutándolo en su nómina de escritores a granel, fundamentalmente hombres procedentes del bando republicano que no solo perdieron la guerra, sino también su anterior medio de ganarse la vida y en la mayoría de los casos, su nombre auténtico, viéndose obligados a adoptar seudónimos para poder trabajar. Para Cies escribió inicialmente novelas policiacas y románticas. Sus primeras novelas las firmó bajo los seudónimos de Tony Spring y Arizona, las románticas bajo el nombre de su esposa, María Luisa Beorlegui y como Cecilia de Iraluce, aunque también usó otros seudónimos como Dan Lewis, con el que en 1943 firmó la novela policiaca El crimen perfecto (suplemento nº 1 de la colección «Biblioteca X»).
Hay que decir que la verdadera identidad de M.L. Estefanía, como firmó antes de hacerlo con su nombre completo, fue uno de los secretos mejor guardados de la época. En los años 70, el misterio se desveló, acabando así con los rumores que señalaban a María Luisa Estefanía, un ama de casa asturiana con gusto por los vaqueros.
Escribió su primera novela del Oeste en 1943, con el título de La mascota de la pradera (Ediciones Maisal: Biblioteca Aventuras, núm. 78), y firmó un contrato con la editorial barcelonesa Bruguera que le llevaría a producir alrededor de 2.600 novelitas en formato octavilla de no más de cien páginas, los famosos bolsilibros.
Aunque mucho menos conocidas, sus novelas de aventuras en la maravillosa colección «Congo» de Bruguera son dignas de mención por su calidad y por los conocimientos etnológicos del continente negro que el autor demuestra, fruto de los años que pasó en Angola y Mozambique trabajando como ingeniero. Seis de las veintiséis novelas de esta colección llevan la firma de M.L. Estefanía: Las joyas sagradas, Bulane, La pitonisa, Tragedia en la selva, La hija de la magia y Contrabando de ébano.
Casado con María Luisa Beorlegui Carril, con quién tuvo dos hijos Francisco María Lafuente Beorlegui y Federico María Lafuente Beorlegui, el matrimonio vivió en Madrid, pero Marcial fue un enamorado de Arenas de San Pedro, Ávila, donde residió mucho tiempo y donde su esposa falleció en 1975, a los 71 años de edad. Él falleció de pulmonía a los 81 años, el 7 de agosto de 1984 en Madrid, y fue enterrado en el cementerio de Arenas, la ciudad que tanto amó, donde se puede contemplar el nicho en que reposan sus restos. Ya bastante mayor, el veterano escritor había intentado publicar sin éxito una novela seria, El maleficio de Toledo, fruto de sus notables conocimientos históricos sobre su ciudad natal.
Las novelas publicadas bajo su nombre han sido escritas, o bien por él, o bien por sus hijos Federico y Francisco, que fundaron en Alicante Ediciones Cíes en recuerdo de la Editorial Cíes de Vigo en la que su padre había publicado sus primeras obras. Tras el fallacimiento de Francisco, su hijo Antonio tomó el testigo de seguir escribiendo bajo el nombre de su abuelo, por lo que hoy es posible encontrar miles de novelas «inéditas» del incombustible, nunca mejor dicho, «Marcial Lafuente Estefanía».
Ediciones Cíes ha mantenido pleitos con un editor de Bilbao que ha estado publicando desde los años 80 las novelas de la familia, también para América Latina, sin pagar derechos de autor.
Pero el de España no es el único frente abierto de Ediciones Cíes. México está inundado de novelas de Estefanía por culpa de otro editor que se está haciendo rico a costa de la familia. Y en Cuba y en Venezuela, antes ávidos mercados de las historias de vaqueros de Estefanía, Fidel Castro y Hugo Chávez prohibieron sus textos porque entendían que hacían apología de lo yanqui. Hoy, los grandes consumidores del western ibérico son los latinos de Estados Unidos. Gracias a esta demanda hay primeras ediciones de Marcial Lafuente Estefanía que alcanzan tiradas de 200.000 ejemplares.
El autor toledano volvió a recuperar su sitio en las librerías de España de la mano de la editorial cordobesa Almuzara, que en julio de 2012 reeditó dos sus mejores novelas, La hora de las hogueras y Los visitantes de la madrugada, en una edición especial.