Ice Cream Man - El heladero, 1 (W. Maxwell Prince, Martín Morazzo) - Moztros, 2022

Accetta offerte


Condizioni del lotto: Molto buono (nuovo o come nuovo, senza segni di utilizzo)

TIPO: Antología || GÉNERO: Terror || EDITOR: Moztros Producciones (Barcelona, Cataluña, España) || GUION: W. Maxwell Prince || DIBUJO: Martín Morazzo || COLOR: Chris O'Halloran || FORMATO: Cartoné (tapa dura), 144 pp., il. col., 28,5 x 18,5 cm || ISBN: 9788418955310 || EDICIÓN ORIGINAL: «Ice Cream Man» #1-4 (Image Comics, 2018).

Chocolate, vainilla, terror existencial, adicciones, fantasía musical... siempre hay un sabor adecuado para las miserias de cada uno.

Ice Cream Man ha llegado para cambiar para siempre la forma en la que se conciben los cómics con sus dispares historias autoconclusivas de horror, maravilla y redención. Cada una de ellas presenta un nuevo reparto de personajes lidiando con sus propios cucuruchos de sufrimiento. Y en la periferia, como la alegre música de su camión, está el heladero, un tejedor de historias. Un repartidor de postres. Un amigo. Un enemigo. Un dios. Un demonio. Un hombre que, con un chasquido, puede alterar el curso de tu vida para siempre.

***

Ice Cream Man es una antología de relatos cortos aparentemente inconexos —con el tiempo se acaba viendo que hay una cierta trama de fondo— con temáticas y tonos muy diferentes, si bien con un aura enfermiza flotando por encima de todos ellos y con un único personaje omnipresente, el heladero, una criatura bastante 'creepy', aunque no sólo hay terror en esta serie, hay también historias trágicas, momentos tristes y bastante humor negro aquí y allá.

Quizás el hilo conductor que une a todas las historias puede ser el dolor. Dolor físico, emocional, vital… hay una cierta dosis de angustia existencial en todas las historias, independientemente de lo que ocurra en ellas. Hay una historia sobre fobias, otra sobre la espiral de autodestrucción de unos yonquis, otra sobre un cantante de un solo éxito, otra sobre un padre que nunca abrazó a su hijo prematuramente fallecido… Podríamos decir que es algo a medio camino entre la comedia negra «Inside No. 9» y la mítica serie «En los límites de la realidad», pasado por un filtro de extrañeza que podría recordar a David Lynch y su «Twin Peaks».

Esta peculiar antología que es «Ice Cream Man» vio la luz en enero de 2018 de la mano de la inquieta mente del guionista W. Maxwell Prince, autor afincado en el distrito neoyorquino de Brooklyn que logró generar atención gracias a la nominada al premio Eisner «One Week in the Library», quien tenía claro que donde se sentía más cómodo escribiendo era en las historias cortas, sin atarse a tramas de largo recorrido encajonadas en los 'cliffhangers' de las grapas. Así, se reunió con Martín Morazzo, artista argentino con el que ya trabajara en «The Electric Sublime», y con el colorista Chris O'Halloran, y se pusieron a trabajar en distintos relatos para los que, sin embargo, necesitaban algún tipo de nexo con el que darle sentido a la colección.

Prince encontraría su inspiración en la serie de HBO «High Maintenance», en la que se narran las vidas de distintas personas relacionadas por su camello de confianza. Esa idea sería la que le diera alas al guionista para conectar sus relatos de terror mediante una figura fija: la del heladero. Así, «Ice Cream Man» se plantea como una colección de episodios en los que lo grotesco y lo siniestro se dan la mano con lo fantástico y lo decadente, siempre girando alrededor del personaje que le da nombre a la serie. Este recurso por supuesto no es nuevo, pero es tan recurrente como efectivo. Siempre ha tenido un efecto especialmente poderoso en el terror la subversión de los símbolos más representativos de la infancia. Desde el payaso a la canción de cuna, todo elemento alegre y colorido deformado tiene la capacidad de crear un malestar enorme, ¿y acaso hay algo más alegre que el camión de los helados? Prince decide recurrir a la clásica figura de los suburbios estadounidenses, con su uniforme blanco y su camión musical, y transformarlo en una especie de Pennywise que ejerce como representación física de los males que atenazan a los protagonistas de cada historia. Es un personaje atractivo, con mucha fuerza y que despierta interés por saber más sobre él, por saber cuánto hay de real y cuánto de metáfora en su presencia. Pero cabe destacar que la historia de ese heladero no es el interés principal de Prince. Lo que el guionista busca realmente es experimentar con cada uno de sus relatos cortos, a los que si bien se puede ubicar en el género de terror, se le pueden también encontrar muchas más aristas. Porque aunque el volumen abre con una primera historia modélica en cuanto a manejo del suspense y la repulsión, ya sólo en el resto de episodios se puede comprobar que «Ice Cream Man» es el patio de juego de W. Maxwell Prince. La adicción, el miedo a la paternidad o la decadencia de la fama son los palos que toca el autor solo en este tomo. Todo ello siempre transportado sobre relatos extraños e inquietantes, en los que la prosa de Prince luce con fulgor y el surrealismo juega un importante papel. Esto último tanto, quizás, que algunos lectores podrían sentirse algo descontentos con sus finales, que en muchos casos más que buscar el clásico giro final, cortan con violencia y nos dejan con el mensaje de la historia flotando en el aire, sin llegar a tener del todo claro cuál era y pudiendo provocar cierto desconcierto.

Pasando al apartado artístico, si la prosa de Prince es la salsa de la serie, el arte de Martín Morazzo es el pan sobre el que se sustenta todo gracias a la identidad gráfica que le aporta y a su talento para fundirse con el surrealismo siniestro que puebla la obra. Ya pudo verse en «Podía volar: El piloto perdido» (Medusa Cómics, 2019) que Morazzo tiene un estilo muy particular, con un trazo fino que le confiere a los rostros de sus personajes un aspecto algo desvencijado y 'creepy'. Esta estética es reforzada sin límites en «Ice Cream Man», donde el argentino da rienda suelta a su capacidad para inquietar y regala al lector una galería de rostros diseñados verdaderamente para generar incomodidad y experimentar con una narrativa en la que con cada historia busca probar alguna composición o recursos nuevos, al igual que el guionista busca sorprender con un nuevo concepto.

Mención aparte merece Chris O'Halloran, cuya paleta de colores es uno de los grandes atractivos de la obra. El colorista demuestra una vez más que es uno de los profesionales más brillantes dentro de su sector y se adapta como un camaleón al estilo exacto que mejor aprovecha las virtudes de la obra. El artista plasma a la perfección ese contraste entre la aparente imagen idílica del heladero y los delirios pesadillescos en los que los personajes terminan sumergidos, recurriendo a colores vivos que se van amontonando hasta crear armonías chirriantes que bien podrían recordar al «Everything» de I.N.J. Culbard.

SUMARIO

  • Sorpresa de frambuesa.
  • Virutas de colores.
  • Vainilla de toda la vida.
  • Mi sol siempre reluce fabuloso.
  • Sabores extras (portadas alternativas, bocetos y otros extras).
avatar lecturaymas
Da 24/05/2012
Spagna (Madrid)
Venditore registrato come privato.