El noble polaco Waldemar Daninsky es víctima y portador de una terrible maldición: las noches de luna llena su cuerpo sufre una dolorosa transformación, convirtiéndose en una criatura salvaje, mitad hombre mitad lobo. Este ser, de instinto asesino y voraz, implacable depredador de seres humanos, solo se detiene ante la sagrada cruz forjada con la plata del cáliz de Mayenza. La condesa sangrienta húngara Erzsébeth Báthory, una de las mujeres más crueles y perversas de la historia, esclavizó con sus negras artes a Waldemar Daninsky para hacer uso del terrible licántropo en que este se convertía. Pero Erzsébeth, cuyos crímenes fueron incontables, fue juzgada y condenada por brujería, vampirismo y tratos con el demonio, y con ella, toda su corte. Ahora, tanto ella como Waldemar, yacen en sus olvidadas criptas en un castillo de los Cárpatos, pero no por mucho tiempo. Sus tumbas serán profanadas, para maldición y desgracia de todos los hombres, porque es así que ya se ha desatado... El retorno del Hombre Lobo. PREMIO A LA MEJOR OBRA NACIONAL EN EXPOCÓMIC 2007.
PRÓLOGO El retorno del Hombre Lobo es una espléndida película escrita y dirigida por Jacinto Molina, alter ego de su protagonista, el mítico Paul Naschy. Pero por obra y gracia del estupendo dibujante Javier Trujillo es también, desde este momento, un álbum de cómics que traslada en intensas, bien concebidas y mejor coloreadas imágenes la magia del filme original. Estoy seguro de que el aristócrata polaco Waldemar Daninsky, la genial creación de Naschy, siempre escindido entre la ferocidad y la culpa, el salvajismo y la innata capacidad de amar, va a convertirse con la serie que inaugura este álbum en un icono importantísimo dentro del universo de la historieta. Pues reúne todos los elementos necesarios para hacerse un hueco en la logia mayor del tebeo. Por las artísticas páginas urdidas por Trujillo pasan los personajes de El retorno del Hombre Lobo como exhalaciones gloriosas: no hay más que ver a sus fantásticas mujeres, agrupadas al final en una soberbia viñeta que ocupa toda una plana, como invitándonos a una nueva cita con Daninsky en la siguiente entrega de la colección. El álbum está acribillado de complicidades con el creador del licántropo, supuesto cómplice a su vez de la inefable y perversa condesa Báthory. Así, Paul Naschy aparece retratado en múltiples ocasiones, tanto en su doble faceta de Waldemar Daninisky humano y lupino, como en los cuadros que adornan las paredes del castillo de Csejthe, en los montes Cárpatos, donde podemos verlo tal y como está ahora mismo, en verano de 2007, sonriéndonos desde un lienzo al que se agarra el Hombre Lobo en una de sus transformaciones. Se crea, de ese modo, un espacio de íntima conexión entre Trujillo y Naschy que no puede operar sino de forma abiertamente positiva en el desarrollo de la obra. Sirviéndose de un ritmo narrativo muy ágil y de un estilo dibujístico muy pop, que incurre a veces en un bien dosificado hiperrealismo, Trujillo pone de manifiesto sus muchas afinidades con la arquetípica iconografía del terror en sus viñetas, y juega con luces, sonbras y colores hasta confeccionar una sinfonía plástica que transmite amor por el género, destreza y sentido de la composición. Nuestro dibujante ha de ser un enamorado de Batman, pues lo homenajea en el signo que corona la arcada que da paso a la cámara funeraria de Mosses Otvos y de Erzsébeth Báthory: ni más ni menos que un murciélago de alas desplegadas, el mismo que aparece como logotipo en la saga del héroe creado por Bob Kane. Trujillo es un gran conocedor de los comic books americanos de carácter fantaterrorífico y, por supuesto, de las grandes series superheroicas de Marvel y DC, y en la cultura dibujística y creatividad personal que atesora el joven autor de Los mitos de Asturveda (dos álbumes hasta la fecha) se percibe un futuro jalonado de éxitos que anuncio desde aquí. Mucho esperamos del maridaje entre el Hombre Lobo de Paul Naschy y los pinceles de Javier Trujillo, a juzgar por la impecable factura de esta primera colaboración. LUIS ALBERTO DE CUENCA Madrid, 27 de julio de 2007. |