Un clásico medieval inclasificable que mezcla poesía, fábulas, relatos amorosos y reflexión religiosa con una ironía deliciosa. El Arcipreste, como narrador ficticio, relata sus múltiples intentos amorosos —a menudo fallidos—, alternando lo devoto con lo carnal. A través de personajes como Doña Venus o la alcahueta Trotaconventos, se explora el amor desde todas sus facetas: espiritual, físico, astuto, ingenuo. No hay una línea recta ni una moraleja clara, sino una fiesta verbal que cuestiona todo dogma.