Ha estallado la paz (José Mª Gironella) - Círculo de Lectores, 1973

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GÉNERO: Novela || AMBIENTACIÓN: Posguerra española (1939-1941) || AUTOR: José Mª Gironella || LICENCIA EDITORIAL: Círculo de Lectores (Barcelona, Cataluña, España) || CUBIERTA: José Mallofré/Printer || FORMATO: Tela editorial (tapa dura), 696 pp., il. col., 20 x 13 cm || EDICIÓN ORIGINAL: Ha estallado la paz (1966), Planeta, Barcelona, España.

Con una mezcla de dramatismo, de poesía y de ironía que subyuga desde los primeros capítulos Gironella nos presenta los años inmediatamente posteriores a la guerra. El clima de aquellos tiempos aparece recreado con singular maestría, de tal modo que para el lector constituye un descubrimiento impresionante.

Después de Los cipreses creen en Dios (época de anteguerra) y de Un millón de muertos (época de la guerra), José María Gironella en Ha estallado la paz trata de la posguerra. La familia Alvear sigue siendo el núcleo de la acción del libro y Gerona vuelve a ser la ciudad protagonista. Finalizada la contienda civil española en 1939, todos los personajes retornan a sus hogares, excepto los exiliados, que se reparten a voleo por el mundo.

La obra abarca los años inmediatamente posteriores a la guerra, con una mezcla de dramatismo, de poesía y de ironía que subyuga desde los primeros capítulos. El clima de aquellos tiempos aparece recreado con singular maestría, de tal modo que para el lector de edad madura constituye la ordenación de sus recuerdos, y para el lector joven un descubrimiento impresionante. En Ha estallado la paz, Gironella alcanza su momento cumbre de novelista nato, gran narrador que consigue fundir la historia con la ficción novelesca.

AUTOR

José María Gironella Pous (Darnius, Gerona, 1917―Arenys de Mar, Barcelona, 2003) fue un escritor español, famoso por su trilogía sobre la guerra civil española de 1936: Los cipreses creen en Dios (1953, Premio Nacional de Literatura), Un millón de muertos (1961) y Ha estallado la paz (1966); saga de la familia Alvear que veintiún años más tarde se convertiría en tetralogía con Los hombres lloran solos (1987).

De familia humilde (su abuelo era zapatero) con cuatro hermanos, el padre era un fabricante de tapones de corcho que padecía depresiones intermitentes (trastorno emocional que padecería de adulto el propio José María) y la madre una católica muy ferviente que le presionó para que estudiase en un seminario, lo que hizo entre los diez y los doce años, pero lo dejó por la extrema represión que sufrió y su falta de vocación. Desempeñó luego distintos oficios (desde niño fue aprendiz, luego dependiente de droguería, después obrero en una fábrica de licores y por último se empleó en la Banca Arnús como botones), por lo que su formación fue principalmente autodidacta.

La lectura de la Historia de Cristo, de Giovanni Papini, le influyó notablemente, insuflándole una visión del humanismo cristiano que impregna todas sus obras [la cita que abre Ha estallado la paz es precisamente de Papini]; también fue un gran admirador de Dostoievski. Al comienzo de la guerra civil huyó del territorio republicano a Francia, para luego entrar en la zona nacional y unirse al ejército de Franco. Logró llegar a San Sebastián y se alistó voluntario en la Compañía de Esquiadores del Tercio de Requetés de Nuestra Señora de Montserrat, que se había formado en Zaragoza para cubrir el Pirineo aragonés. Pensó entonces que, cuando terminara la contienda, alguien debería escribir por qué se produjo, en qué había consistido y cuáles serían sus consecuencias. Ya entonces había escrito desde el frente, con mucho éxito, un artículo en el semanario Domingo y una novela perdida sobre sus experiencias en el Pirineo (Caballeros en la niebla, 1938), mientras pasaba la guerra en las montañas; estuvo nueve meses a 2800 metros en una tienda de campaña con cinco compañeros. En 1940 empezó a colaborar en la prensa gerundense y en 1942 fue nombrado corresponsal del diario Informaciones en Roma. Su novia Magdalena Castañer, Magda («el único amigo íntimo de mi vida», diría Gironella), lectora empedernida, estaba empleada en la central telefónica de Gerona y había pedido voluntariamente hacer turno de noche porque entonces había poco trabajo y eso le permitía leer sin descanso. Gironella, con dinero prestado, montó una librería de lance en Gerona y se casaron dos años después, en 1946; un año antes había publicado su primer libro de poemas, Ha llegado el invierno y tú no estás aquí (1945). Hicieron el viaje de novios a Cadaqués: sus recursos no daban para más. Y como no había podido hacerle ningún regalo a su mujer (solo la novela Nada, de Carmen Laforet, Premio Nadal de 1944), se propuso ganar el mismo premio, empeño en el que fue animado por su esposa. El título que presentó al certamen fue Un hombre, porque eso era lo que Gironella deseaba ser, y lo escribió en mes y medio. El 6 de enero de 1946 llegó el telegrama de Rafael Vázquez Zamora, agente cultural en la España de posguerra, en el que le comunicaba que le había sido otorgado el premio; pero el libro apenas se vendió. Advirtió entonces que le faltaba formación, experiencia, madurez humana para seguir su carrera de escritor; cerró la librería de lance y se trasladó con su esposa a Palma de Mallorca. Publicó luego La marea (1949), sobre la derrota del nazismo y sus consecuencias. Impulsado por Magda marcharon a París cuando el escritor contaba treinta años. Allí aprendería lo que le hacía falta. Y podría escribir la primera parte de su trilogía sobre la guerra civil, protagonizada por una familia gerundense, los Alvear; la primera obra trataría sobre la preguerra, la segunda sobre la contienda y la tercera sobre la posguerra. Magda se ofreció a los hoteles de lujo para guardar, de noche, a los hijos de los millonarios norteamericanos que querían irse a los cabarés Lido y Folies Bergère de París. Gironella llegó hasta los mil folios del original al que ya había puesto el título de Los cipreses creen en Dios; cuatro editoriales la rechazaron, pero una vez publicada en 1953 por José Manuel Lara, fundador de editorial Planeta y editor suyo durante treinta años, hasta que se enemistaron. Esta novela fue su primer éxito y vendió dos millones de ejemplares, cinco millones en todo el mundo según el locutor de radio, presentador de televisión y periodista español Joaquín Soler Serrano. El eminente filósofo Gabriel Marcel, asesor de la «Colección Extranjera» de la editorial Plon, hizo un informe favorable a la firma del contrato por los derechos de todo el mundo, excepto España, donde Los cipreses creen en Dios se enfrentó a la negativa de publicación del censor en turno, quien finalmente cambió de opinión al enterarse de que en las ediciones de otros idiomas aparecería la leyenda «Censurada en España». Pero el autor había quedado psíquicamente agotado. Tras el éxito, el matrimonio Gironella se trasladó a Florencia, Italia, donde el autor deseaba saludar a Papini para decirle que le consideraba su maestro; pero no estaba él, aunque vieron su jardín y, a través de la ventana, su pequeño despacho, donde había escrito Historia de Cristo. Más tarde viajó por Estados Unidos y México, y por Alemania, Dinamarca, Suiza y Finlandia, fijando residencia algunas temporadas en Viena y en Helsinki para tratarse de la depresión que por entonces padecía (manifestada por vez primera el día de Nochebuena de 1952 en la catedral de Gerona durante una misa) y que describió en su libro Los fantasmas de mi cerebro (1958), escrito a retazos después de sus sesiones de terapia por electrochoque; durante esa época contó que tuvo algunas experiencias como médium que no quiso proseguir.​ Más tarde regresó a España, en donde continuó con su labor literaria. Cuando escribía el segundo tomo de la trilogía, Un millón de muertos (1961), empezaba a superar la grave depresión, que superó ya al imprimirse Ha estallado la paz (1966).

Después de la trilogía, Gironella escribió otras novelas, de entre todas quizá la más destacada sea la novela río Condenados a vivir (1971), presunto manifiesto generacional, por la que recibió el Premio Planeta. En 1973 viajó a la Unión Soviética, como ajedrecista aficionado, donde hizo amistad con el gran maestro David Bronstein.​ En 1978 publicó Carta a mi padre muerto, obra en la que recrea su infancia y juventud (un pasado que es también la historia personal y colectiva de los españoles que vivieron las épocas de preguerra, de guerra civil y de posguerra), siempre hablándole a su padre, a veces reprochándole actitudes que en su momento no le gustaron y otras agradeciéndole infinitamente todos los esfuerzos que hizo por él, por su madre y sus hermanos.

Además de novelas, Gironella escribió libros de sus viajes por Oriente (El Japón y su duende, 1965; China, lágrima innumerable, 1965; En Asia se muere bajo las estrellas, 1968; El escándalo de Tierra Santa, 1978; El escándalo del Islam, 1982...). Después de siete años de descreimiento total, su descubrimiento de la espiritualidad oriental tras sus viajes a Oriente le devolvió una cierta fe. También escribió libros de reportajes (Gritos del mar, 1967; Gritos de la tierra, 1970),​ selección de artículos de prensa (Mundo tierno, mundo cruel, 1981), poemas y polémicas colecciones de entrevistas con cuestionario, como 100 españoles y Dios (1966), 100 españoles y Franco (1979, en colaboración con Rafael Borrás) o Nuevos 100 españoles y Dios (1994). Gironella se documentaba rigurosamente para escribir sus obras, aunque seleccionaba los materiales según sus creencias.  

En Los hombres lloran solos (1986), ofreció su particular punto de vista sobre la Transición política española. En 1988 recibió el Premio Ateneo de Sevilla por su novela La duda inquietante, y en 1989 aparecieron Jerusalén de los evangelios, Yo, Mahoma, A la sombra de Chopin y Carta a mi madre muerta.

Su tetralogía sobre la guerra civil española se tradujo a siete idiomas y se le reconocía el mérito de ser un imaginativo fabulador.

Su última novela, El Apocalipsis (2001) —seiscientas páginas— la terminó de escribir a los 83 años, después de haber superado una hemiplejía.

Falleció por una embolia cerebral tres días después de su 85 cumpleaños. Recibió a título póstumo la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio.

En su obra póstuma, Por amor a la verdad (2003), Gironella condensa la experiencia y la sabiduría atesoradas a lo largo de su vida para ofrecer una visión del mundo rica y enérgica, en un recorrido personal por las grandes cuestiones como la belleza, la sexualidad, la immortalidad o el poder.

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Da 24/05/2012
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