Autor: RODRÍGUEZ, Claudio.-
Tropismos, Salamanca, 2005. 35x24,5 cm. (libro muy voluminoso). Prólogo numerado en romano (XXVI págs.) y resto sin numerar (unas 240 págs). Tapa dura con cartela montada en hendido. Buenos papeles. Color. Lujosamente editado. Perfecto estado. // Edición crítica y facsimilar a cargo de Luis García Jambrina con ilustraciones de Luis Calleja, Martín Quiroz y Ryan McVay // Facsímil del texto manuscrito y mecanografiado // Claudio Rodríguez (Zamora, 1934-Madrid, 1999) // «A su muerte en 1999, Claudio Rodríguez estaba trabajando, con la parsimonia acostumbrada, que se había ido acentuando al paso de los años, en un nuevo libro. Tenía el título, Aventura, y once poemas en avanzado estado de elaboración. A pesar del notable interés de los mismos se ha creído conveniente evitar una edición convencional o una edición filológica o académica. Lo primero porque la poesía completa de Claudio Rodríguez ya estaba fijada y no parecía legítimo añadir un nuevo título a la misma, y lo segundo porque de alguna manera violentaba el carácter que queríamos darle a estos poemas e incluso podría hacerlos inaccesibles para muchos. Se ha optado por editar facsimilarmente los mecanoscritos y manuscritos de las diferentes versiones de cada poema, lo que convierte a este hermoso volumen ilustrado en un libro objeto, más adecuado para el regalo que para la lectura. Un deslumbramiento se titula el primer poema de Aventura, un hermoso poema que hemos de entrever a través de sus tachaduras y enmiendas. Una mañana en Medinaceli al poeta le llega un secreto dentro de la luz. El poema siguiente, Coro en marzo, pregunta: ¿Quién no esperó la brisa/ de la meditación dentro del canto/ que se esconde y renueva?. En estos textos inacabados y epigonales sigue soplando la brisa de la meditación dentro del canto que caracteriza a la poesía de Claudio Rodríguez (Meditación a la deriva se titula el más extenso de estos poemas), seguimos asistiendo a una revelación. Con Marea en Zarautz y Galerna en Guetaria el poeta abandona su tierra castellana para situar el escenario de su meditación frente al Cantábrico, en la tierra vasca, otra de sus patrias. Ambos poemas tienen un raro aliento romántico. El primero -que termina con un verso sorprendente: La cruz. La lira- se dirige al mar como Espronceda al sol: ¿A qué me llamas tú, esclavo en rebeldía,/ si he perdido contigo/ mi juventud?. En el segundo se alude a las escamas, las branquias del diablo, al contrabando y la piratería. Hay también en este puñado de poemas (un verdadero libro que se merece una verdadera edición) un homenaje a Blake, una referencia al manantial del arrepentimiento y una consideración de la lluvia como un pensamiento generoso. Y en el poema final -Cuando la vejez- la verdad de la mañana sigue alzándose sin edad, sin destino. Como la poesía de Claudio Rodríguez, doblemente conmovedora en estos rescoldos últimos» (José Luis García Martín, El Cultural de El Mundo, 17/03/2005) // El PVP era 39 //