Francisca la santera es una mujer abnegada de manos rojas como sarmientos cuyo oficio y sustento también representa una enseñanza sabia sobre la vida. En ella se fijará sin querer la casi única niña del pueblo que parece destinada a marcharse a la ciudad o encerrarse en sus propios orígenes en las tierras sedientas y los páramos hambrientos donde cada atardecer resuena el lamento del cárabo.