Fue una de las primeras obras que el autor decidió lanzar bajo esta identidad, algo que le permitió experimentar con temas más crudos y concentrarse en un tono más sombrío, sin la expectativa que su nombre real ya había creado en la crítica y los lectores. Este seudónimo, usado activamente durante los años 70 y 80, contribuyó al mito del "escritor oculto", hasta que en 1985 salió a la luz que Bachman era en realidad King.