Inma Arrabal nos dice, al principio de este poemario, cual ha sido su intención al escribirlo: Además de distraer el dolor, mi propósito no es otro que evocar palabras casi olvidadas e intentar plasmar la grandeza de algunas cosas, que sólo sabemos apreciar cuando las perdemos... Sin embargo, la autora consigue mucho más que eso. Sigue jugando con las palabras con la elegancia que la caracteriza, pero consigue además que respiremos azahar, incienso y alhucema; que oigamos galopar a los caballos y el redoble de los tambores; consigue que sintamos el calor sofocante del sol y que veamos vírgenes llorosas y campiñas cálidas...