Su silencio podria significar su muerte. Sentado en la oscuridad del confesionario el padre Martín escucha su sentencia de muerte de labios de un desconocido. Escéptico ante la idea de que un asesino le anuncie abiertamente que piensa matarlo la aparición del cuerpo mutilado de una mujer en el mismo barrio en el que se levanta la parroquia de San José convence al sacerdote de que la amenaza no es ninguna broma sino una advertencia del futuro que le aguarda.