Gerold Plassek lleva una vida fácil basada en tres principios: cansarse lo menos posible permanecer en la sombra y atrincherarse tras una cómoda rutina. Trabaja en un periódico de distribución gratuita donde se ocupa sin grandes ambiciones de las crónicas locales. El resto del tiempo lo pasa en Zoltan el bar de debajo de su casa que se ha convertido en una prolongación de su propio salón.