En la tradición budista tibetana hay un pequeño objeto de gran fuerza simbólica y extraordinaria belleza: el Dzi o Gzi. Su significado es “brillante”, “luz”, “esplendor” y está realizado con un fragmento de ágata que suele pulirse en forma cilíndrica o alargada, a veces también en medialuna. Parece ser que estas piedras comenzaron a ser usadas como moneda de intercambio entre países de Asia, como Mesopotamia, Afganistán, Irán, Turkestán y en la zona del valle del Indo, desde el tercer milenio antes de Cristo. Cada Dzi es único, porque a cada uno se le atribuye un valor distinto y un significado intrínseco especial, ligado a su simbología: la creencia más difundida sostenía que quien lo tuviera sería dueño de una gran cantidad de beneficios, como protección, prosperidad, bienestar, fortuna… A estas piedras se les atribuyen poderes para alcanzar el bienestar espiritual capaces de desarrollar un equilibrio positivo y también como defensa ante cualquier dificultad.