Acuarela de tonos muy suaves con paisaje urbano PLAZA DEL ALAMILLO de siglo XX de JUAN ESPLANDIU (1901-1978).
Incluye marco de madera y cristal frontal de protección.
MEDIDAS:
MARCO: 334 X 28 CM
ACUARELA: 30 X 23 CM
La plaza del Alamillo es un pequeño ensanche de la calle del Alamillo en el viejo Madrid, vía que corre de la Costanilla de San Andréshasta dicha plaza, en la que se encuentra con la calle del Toro, la de Alfonso VI y la de la Morería.
Diferentes cronistas coinciden en que el origen de calle y plaza del Alamillo datan del Madrid árabe, en el que pudieron ser una de las arterias del barrio de la Morería de Madrid, donde se quedaron y residieron los vecinos musulmanes desde 1083, año de la toma de Madrid por Alfonso VI.2
La versión popular propone que el nombre les viene del álamo que presidía el paraje hasta que fue arrancado por un huracán, y cuya sombra pudo servir en su origen al «alamín», como espacio municipal para desempeñar sus tareas. Hay que anotar que, con la aljamacomo órgano de gobierno, la morería madrileña poseía su propia organización institucional, diferente a la cristiana; los cronistas proponen que en este lugar se reunía el Ayuntamiento árabe en tiempos del califato cordobés de Hixén II.3 Según esta hipótesis, el topónimoresultante provendría del citado vocablo árabe, que, tras el proceso de cristianización y por similitud fonética, terminó convertido en "alamillo".4
El cronista Pedro de Répide recoge la anécdota de que fue en la plaza del Alamillo donde el legendario Cid Campeador, investido de temerario picador taurino, "alanceó un toro en la fiesta de Aliatar" para celebrar la conquista de Toledo por Alfonso VI. Todo ello lo toma de las quintillas que dejó escritas Nicolás Fernández de Moratín, conocidas por su verso inicial "Madrid, castillo famoso".5 No menos legendarias son las catacumbas, pasadizos y cuevas que minan el subsuelo de la plaza y su entorno desde su periodo musulmán, y que partiendo de la casa del Pastor (en la calle de Segovia, junto a los "Caños Viejos"), llegan hasta las inmediaciones del río Manzanares.
Antonio Hurtado en su 'romance histórico' Los Padres de la Merced (leyenda de 1580), dejó estos versos descriptivos "En la antigua Morería, / barrio en Madrid conocido / hay una calle llamada / la calle del Alamillo...", que continua con dos octavillas de parecida fortuna.6 Menos lírica le parece a Unamuno que en sus Paisajes la retrata así: "Más que plaza es un callejón sin salida, enteramente lugareño, con unos arbolillos entecos".7
Por su parte, Emilio Carrere, en su Ruta emocional de Madrid (1935), salva la memoria romántica del lugar en su "Plazuela del Alamillo", cuyos últimos versos se cierran así:
"Novia mía, ¡cuando paso
por nuestro antiguo rincón,
el gris que hay en mis cabellos
me duele en el corazón"
La plaza del Alamillo es escenario de la película Tacones lejanos de Pedro Almodóvar. Juega un papel importante en la trama de la película. El nombre de la misma se debe a un recuerdo de su protagonista, quien vivía, en su infancia, en el bajo de uno de los edificios de la plaza.
Juan Esplandiú (Madrid, 24 de junio de 1901– ídidem. 3 de diciembre de 1978) fue un dibujante, ilustrador, acuarelista y pintor paisajista del Madrid de los tres primeros cuartos del siglo xx, integrado en el grupo de “El Paular”, y en la tradición de pintores madrileñistas como Eduardo Vicente, José Robledano y Francisco Sancha.
Juan Esplandiú Peña nació en la calle de Juan de Mena de Madrid, de padre catalán y madre soriana. En 1918 ingresó en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, y en 1924 fue pensionado en la escuela de paisajismo del monasterio de El Paular y, al año siguiente, becado para ampliar sus estudios en París, donde convivió con el círculo de artistas que animaban, entre otros muchos, Julio Camba, Luis Buñuel y Salvador Dalí (con los que colabora como actor en 1930 en La edad de oro), el bailaor Vicente Escudero, o su amigo en esos días, Pancho Cossío. En la capital francesa obtuvo medalla de oro en 1925, En 1926, en Ámsterdam, participó en la realización de los decorados para la representación en la capital holandesa del Retablo de Maese Pedrode Manuel de Falla.2
De regreso en España en 1930, participa en la tertulia que encabezan Carlos Arniches y Martín Domínguez en la taberna Arrumbambaya, en la calle Libertad, o en La Granja del Henar, en la de Alcalá. En ese periodo compartió estudio con otros artistas, entre ellos el muralista Carlos Sáenz de Tejada, en la Travesía del Horno de la Mata.
Permaneció en Madrid durante la guerra civil española. Tras la contienda fraticida su obra quedaría teñida de una nostalgia y un «lirismo evocador de un pasado detenido en su progreso». Más tarde formará tertulia en el Café Gijón con Cristino Mallo, Eduardo Vicente, Pedro Bueno, Paco Arias y otros artistas. En 1957, ganó el Premio Nacional de Pintura con Carnaval en Recoletos.
Además de su obra pictórica, fue un prolífico trabajador gráfico del grupo ABC, e ilustrador para la editorial Edaf de la obra literaria de autores como Benito Pérez Galdós, Pío Baroja, o Víctor de la Serna, entre otros. O en manuales madrileños como Las calles de Madrid, de Pedro de Répide, o Madrid, de Camilo José Cela.
Bautizado por la crítica como ‘el Utrillo del Viejo Madrid’.
Aparte de su trabajo como pintor, realizó una amplia labor de ilustrador de obras de Baroja, Pérez Galdós, Víctor de la Serna y otros.