El segundo álbum de estudio homónimo de Portishead, lanzado en 1997, es una obra maestra del trip-hop que consolida el sonido distintivo de la banda. Con una atmósfera melancólica y texturas sonoras innovadoras, el álbum explora temas de alienación y desilusión. Las letras introspectivas de Beth Gibbons, combinadas con la producción vanguardista de Geoff Barrow y Adrian Utley, crean una experiencia auditiva cautivadora y emocionalmente resonante. Este álbum es una joya imprescindible para los amantes del trip-hop y la música electrónica experimental.