La Paleopatología es la disciplina científica que aborda el estudio de la salud y enfermedades de las poblaciones humanas (también de animales) a lo largo del tiempo y espacio y su evolución. Lo hace a partir del análisis de las lesiones o rastros que las patologías dejan en los huesos, dientes, restos orgánicos e inmediaciones donde se hallan dichos restos.[2][3][4][5] Las investigaciones paleopatológicas son de carácter interdisciplinario, articulando aportes de la medicina, la biología, la arqueología y la antropología, entre otras.
Los materiales estudiados en Paleopatología, son principalmente restos óseos obtenidos en cuevas y excavaciones de yacimientos y antiguas necrópolis, fosilizados o no, momias conservadas en forma espontánea gracias a la sequedad del ambiente o bien embalsamadas por diversos procedimientos artificiales conocidos por diversas culturas en todos los continentes. Además de restos provenientes de contextos arqueológicos, los estudios paleopatológicos pueden realizarse a partir de huesos y dientes que forman parte de una colección osteológica de referencia.
Como medio indirecto, es posible valerse de pinturas rupestres o bien otras representaciones realizadas por la mano del ser humano, como las tallas en piedra, que proporcionan un material muy variado y valioso para el conocimiento de las enfermedades en la antigüedad. Otra fuente de información son los coprolitos (restos conservados de materia fecal) en los que se ha podido demostrar la existencia de huevos de parásitos intestinales conservados a través del tiempo. Entre los restos arqueológicos de utilidad se incluyen variados instrumentos quirúrgicos, prótesis, vasijas con substancias medicamentosas, pinturas en paredes y sarcófagos que representan diversos tipos de antiguas lesiones o deformaciones del cuerpo humano. Gracias a estos y otros materiales, desde la antropología médica y la paleopatología ha sido posible reconstruir la existencia de enfermedades y lesiones tan distantes en el tiempo como las halladas en los reptiles del Pérmico, anteriores a la aparición del humano sobre la tierra, y más tarde lesiones y enfermedades sufridas por los homínidos, australopitecos, hombres paleolíticos y neolíticos, neanderthales y cromagnones, así como animales coetáneos a estos, para llegar a poblaciones momificadas de Egipto y Perú o las poblaciones prehistóricas de América, Eurasia, África y Oceanía.
El análisis de traumas ha permitido estimar los niveles de violencia interpersonal en poblaciones del pasado y, a su vez, estudiar cambios poblacionales (demográficos, etc.) asociados al aumento o descenso en esos niveles.