En 'Aigua bruta', nada es lo que parece y todo huele a chamusquina, o a contaminación. Camil, que ni siquiera se llama Camil, trabaja recogiendo jerga para la Academia de Estudios Catalanes, pero tiene un proyecto secreto: actualizar el magno Diccionario etimológico del filólogo Joan Coromines. A lomos de su moto recorre los pueblos movido por su vocación, la caza de la palabra, hasta que el azar lo sitúa bruscamente ante el misterio: un excursionista muerto, un río contaminado, un científico desaparecido, una empresa farmacéutica poco transparente... Al ritmo de una investigación involuntaria pero frenética, 'Aigua bruta' transporta al lector a través de lo que los biólogos llaman «el ciclo del agua»: del Pirineo al delta del Llobregat, pasando por acuíferos, fuentes y vertidos.