Este libro explora la interculturalidad en Aragón, destacando su historia como crisol de culturas romanas, visigodas, árabes, judías y cristianas. Analiza cómo Aragón ha tejido una red de relaciones entre diversos pueblos a lo largo del tiempo, promoviendo el consenso político y la coexistencia pacífica. Se examina el Palacio de la Aljafería de Zaragoza como símbolo de esta interculturalidad, reflejando la tradición de apertura y diálogo de los aragoneses.