En Oslo, el verano promete ser largo y caluroso. La detective Hanne Wilhelmsen es enviada a investigar un macabro escenario criminal: una caseta abandonada en los arrabales de Oslo, literalmente regada de sangre. En una de las paredes, destacan ocho dígitos escritos también en sangre. No hay rastro de la víctima, aunque tampoco es seguro que haya una víctima humana hasta que se verifique la procedencia del fluido. Una semana más tarde, se reproduce la misma escena sanguinaria en un parking. Wilhelmsen se inquieta, pero no tiene a qué agarrarse. Además, hay otro caso que ocupa su agenda: una violación. El padre de la chica violada está dispuesto a todo para dar con el culpable.