En la cuarta novela de la intrépida policía Wendy, la protagonista se encuentra más madura, combinando su trabajo con los estudios de Criminología y el cuidado de Mon, la niña que estuvo a punto de ser vendida. Wendy no cree que Brad Pérez, un menor de aspecto inofensivo, sea un asesino, a pesar de su confesión. Su instinto le dice que hay algo oculto, por lo que se adentra en un barrio peligroso, epicentro del tráfico de drogas y armas, e imperio de los Semionov.