Álvaro Brito, tras una larga carrera al servicio de la Seguridad del Estado, se dispone a tomar posesión de su cargo como delegado del Gobierno en Argenta. Marcado como objetivo prioritario por ETA, Brito es conocido por su dureza, pero también arrastra enemigos y debilidades. Su hijo Simón, criado en ambientes gubernamentales, se enfrenta a su padre en una ciudad inhóspita. Juan Bolea dibuja una radiografía de los cambios políticos recientes y una intriga sobre los servicios de seguridad del Estado.