Kualid vive con su madre y su abuelo en Kabul, en un barrio duramente golpeado por la guerra. Como cualquier niño, le gusta jugar y aprender, trabajando durante el día con su primo Said rellenando los agujeros de las calles. Por la noche, duerme sin soñar. Cuando Said es enviado a una escuela coránica, Kualid comienza a visitar la tienda de Babrak, un calígrafo, encontrando en la fantasía una vía de escape a la crudeza de la guerra. Babrak le enseña el arte de la caligrafía y valores como la fortaleza y la esperanza, regalándole una cometa pintada que le da la certeza de poder soñar.