En este libro, Antonio Garrido Gámez sustituye el célebre dicho "resido" por "resisto" para destacar su admiración y, a la vez, su decepción por la falta de ambición de cambio en la sociedad jienense. A través de sus experiencias periodísticas, el autor alaba y critica su tierra, defendiendo su identidad y mostrando su mejor cara. Este libro es un reconocimiento al singular idilio de Garrido con Jaén, haciendo suya la frase de Charlton Heston: "lo que no se puede curar se debe resistir".