Pasa un verano infernal para una familia ordinaria que, sin saberlo, despierta algo invisible, insidioso e insaciable de su sueño secreto, desatando una ola de horror que solo la maldad más oscura podría crear, que solo un maestro del terror como John Saul podría orquestar. En lo profundo de las sombras, en la oscuridad de la noche, acecha algo tan grande como la vida... y tan real como la muerte. Ha esperado siete años a que alguien regrese a la casa junto al lago llamada Pinecrest, que ha estado vacía desde que su último propietario desapareció. Para Dan y Merrill Brewster, una pareja de Chicago de clase alta, la antigua mansión del medio oeste es un refugio ideal, y para sus hijos, Eric y Marci, es el lugar perfecto para pasar un verano explorando. Así es como Eric y sus amigos adolescentes descubren la curiosa colección de objetos desechados guardados en una habitación oculta de la casa de carruajes de Pinecrest. Las sierras para metales sin hoja, las lámparas sin pantalla, las mesas sin patas, el mango del hacha sin cabeza y otros artículos sin importancia se suman a una pila de chatarra. Sin embargo, alguien se tomó la molestia de inventariar cada reliquia inútil en un libro mayor críptico. Tiene todos los ingredientes de un gran misterio: susurrando, persuadiendo, exigiendo ser resuelto. Pero cuanto más se dedican los chicos a restaurar las posesiones olvidadas y a reconstruir el rompecabezas que hay detrás de ellas, más se profundiza su fascinación hasta convertirse en obsesión. Pronto sus días se consumen cuidando la extraña y secreta colección, mientras que sus noches se ven plagadas de sueños cada vez más espantosos, pesadillas que pronto se filtran en la realidad. Y cuando surge un descubrimiento horripilante, también lo hace la escalofriante verdad sobre los terribles acontecimientos que sacudieron la ciudad siete años antes, la misteriosa desaparición del último residente de Pinecrest y un legado retorcido con una vida malévola propia... y un hambre insaciable de nuevas víctimas.