Este libro de Thomas Southcliffe Ashton analiza la Revolución Industrial, no solo como un fenómeno fabril, sino como un proceso que transformó la agricultura, el comercio, las finanzas y la sociedad. El autor argumenta que, a pesar de las guerras y el crecimiento demográfico, el nivel de vida de la mayoría de los británicos mejoró gracias a las innovaciones técnicas que impulsaron la economía y la creatividad intelectual.