Davina Fletcher llevaba una vida cómoda hasta que la muerte de su tío lo cambió todo. Su casa y su estudio de artista estaban en los terrenos de la casa de su tío, por lo que siempre se asumió que ella heredaría todo. En cambio, se encuentra con un nuevo casero en la forma de Jay Prescott, un abogado estadounidense con gusto por las pinturas de Davina, y pronto por la propia Davina. Si quiere seguir viviendo en la casa, Davina debe ser complaciente con Jay, pero pronto se da cuenta de que él tiene una forma poco convencional de cobrar el alquiler. Para conservar su casa, debe participar en sus juegos, pero el poder que él ejerce sobre ella es mucho mayor que el de un simple casero.