Este libro, escrito por René Marichal, explora los orígenes y el desarrollo del cristianismo en Rusia. A través de una selección de textos, el autor narra cómo el Evangelio se difundió en el país durante los siglos IX y X, coincidiendo con la organización de la tierra rusa por los normandos. Se destaca la profunda influencia del cristianismo en la nación rusa, resaltando la pasión de los príncipes neófitos, la dedicación de los obispos, el fervor ascético de los monjes, la piedad de los peregrinos y la perseverancia de los mártires.