En el verano de 1922, Marsella se encuentra radiante bajo el sol, con una multitud que se congrega en la Exposición Colonial. Es allí, en un carrusel, donde Pascal y Séraphine se conocen, ambos de ocho años. A medida que crecen, su amor florece, se separan y se reencuentran. La guerra irrumpe, la ocupación desgarra Francia, y la colaboración y los negocios turbios se multiplican. Un mundo llega a su fin, pero la pareja encuentra refugio en la calle de su infancia, la Rue des Bons-Enfants. Este tierno y colorido homenaje a la ciudad natal del autor le valió el premio Maisons de la Presse en 1990.