Sarah Sheridan anhelaba una vida tranquila y respetable, dejando atrás el pasado familiar. Sin embargo, una carta reclamando su presencia en Blanchland lo cambió todo. En la casa de su infancia, ahora se celebraban las fiestas más inapropiadas de Inglaterra. Ni siquiera Guy, el vizconde de Renshaw, famoso vividor, se atrevía a entrar en Blanchland. Aunque Sarah parecía una mujer respetable, su visita a ese lugar la transformaba en una mujer misteriosa, cuyos secretos él estaba dispuesto a descubrir.