Laurie creía que su matrimonio con Rob era perfecto y que un hijo haría su felicidad completa. Años después, Laurie aún no está embarazada y las cosas han cambiado mucho: Rob trabaja tanto que ella se pregunta si está preparado para tener un hijo. Buscando tranquilidad para pensar, Laurie se va a Escocia, pero solo 24 horas después, Rob va a buscarla para pedirle una explicación. Por muy arriesgado que parezca, Laurie se siente obligada a poner las cartas sobre la mesa y ver si el amor que sienten el uno por el otro superará esta prueba.