El retrato de Dorian Gray, la única novela de Oscar Wilde, publicada por primera vez en 1890, es un rompecabezas brillantemente diseñado, destinado a provocar a las mentes convencionales con su exploración de las miríadas de interrelaciones entre el arte, la vida y las consecuencias. Desde su provocador prefacio, que desafía al lector a creer en el 'arte por el arte', hasta su sensacional conclusión, la historia experimenta conscientemente con la noción del pecado como elemento de diseño. Sin embargo, el propio Wilde subestimó las consecuencias de su experimento y su capacidad para indignar al establishment victoriano. Sus palabras volvieron para atormentarlo en sus comparecencias ante los tribunales en 1895, y más tarde recordó la 'nota de fatalidad' que corre como un 'hilo púrpura' a través de su prosa cuidadosamente elaborada.