En 1867, Eliza Caine llega a Norfolk para trabajar como institutriz en Gaudlin Hall. En una noche oscura y escalofriante, mientras espera en el andén de la estación, unas manos invisibles la empujan a las vías del tren. Afortunadamente, un médico la salva. Al llegar a la mansión, es recibida por los dos niños a su cargo, Isabella y Eustace. No hay padres ni adultos presentes, y nadie que represente a su misterioso empleador. Los niños no ofrecen ninguna explicación. Esa noche, en su habitación, una segunda experiencia aterradora refuerza la sensación de que algo va muy mal. Eliza deberá desentrañar los secretos que se esconden entre los muros de Gaudlin Hall si quiere sobrevivir.